Domeyko fue un científico, geólogo y educador de origen polaco, que llegó a Chile en 1838, luego de haber estudiado en la prestigiosa Escuela de Minas de París. Fue contratado para enseñar mineralogía en el Liceo de La Serena, donde comenzó su labor educativa y científica. Posteriormente, trabajó en el Instituto Nacional, donde renovó los estudios de geología y química en el país.
Como profesor, impulsó y modernizó la enseñanza de la mineralogía y la geología, transformando la forma en que Chile entendía y explotaba sus recursos naturales. Fue el tercer rector de la Universidad de Chile (1867-1883), donde impulsó reformas y amplió las carreras científicas, consolidando a la universidad como un centro de referencia en la formación de expertos en diversas disciplinas.
Su apoyo al Decreto Amunátegui (1877) permitió, por primera vez, el ingreso de mujeres a la educación superior en Chile, marcando un hito en la historia de la enseñanza. Gracias a esta medida, mujeres como Eloísa Díaz (primera médica de Chile y América Latina) y Matilde Throup (primera abogada del país) pudieron acceder a la universidad, abriendo el camino para la participación femenina en la educación superior.
Además, realizó exploraciones científicas en todo Chile, estudiando su geología y riquezas minerales, lo que contribuyó significativamente a la modernización de la minería. Su trabajo fue tan influyente que en su honor se nombró la Cordillera de Domeyko, una cadena montañosa en la región de Atacama, rica en minerales. Asimismo, el mineral domeykita, un arseniuro de cobre, también lleva su nombre en reconocimiento a sus aportes a la mineralogía.
Domeyko no solo revolucionó la enseñanza de las ciencias en Chile, sino que también sentó las bases para la profesionalización de la minería y la exploración geológica. Su legado sigue vivo en la Universidad de Chile y en la geografía del país, demostrando la trascendencia de su obra en el desarrollo científico y educativo de Chile.